El dengue es una enfermedad viral aguda que se transmite mediante la picadura del mosquito infectado, principalmente de la especie Aedes aegypti. Originaria de regiones tropicales y subtropicales, la enfermedad se ha consolidado como un importante problema de salud pública en todo el mundo. Con una incidencia creciente, especialmente en regiones donde la urbanización no planificada, el cambio climático y la globalización crean ambientes propicios para la proliferación del vector, el dengue representa un desafío epidemiológico significativo.
En el contexto reciente, se han reportado millones de casos a nivel mundial. Por ejemplo, durante el año 2024 se registraron más de 14 millones de infecciones y en 2025 se han notificado decenas de miles de casos en diversos países. En las regiones de las Américas, países como Brasil, Colombia, Nicaragua, Perú y México han sido particularmente afectados, impulsados por la circulación del serotipo DENV-3, lo cual ha llevado a alertas por parte de organizaciones internacionales como la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El virus del dengue tiene cuatro serotipos: DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4. Cada infección con uno de estos serotipos confiere inmunidad de por vida únicamente para el tipo específico que causó la enfermedad, pero no protege contra los otros tres. Esto significa que una persona puede infectarse hasta cuatro veces a lo largo de la vida, cada infección pudiendo presentar un riesgo potencial mayor de complicaciones.
El dengue se transmite exclusivamente a través de la picadura de mosquitos infectados. Los mosquitos del género Aedes, y en particular el Aedes aegypti, son los principales vectores debido a su adaptabilidad a ambientes urbanos y su capacidad para reproducirse en recipientes con agua estancada. La transmisión no se efectúa de persona a persona, sino que el ciclo involucra al mosquito como intermediario.
Los síntomas comienzan generalmente entre 3 a 14 días después de la picadura. Los signos y manifestaciones más frecuentes incluyen:
En ciertos casos, el dengue puede evolucionar hacia formas graves tales como:
Estos estados críticos requieren atención médica inmediata, hospitalización y de ser necesario, intervención con líquidos intravenosos y otros tratamientos de soporte.
Actualmente, no existe un tratamiento antiviral específico contra el dengue. El enfoque terapéutico se basa en el manejo de los síntomas y en la prevención de las complicaciones. Las principales estrategias incluyen:
Categoría | Síntomas | Recomendaciones |
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Fiebre | Ingreso repentino, alta temperatura (>38°C) | Uso de paracetamol y vigilar la evolución |
Dolores Corporales | Dolores musculares, articulares y de cabeza | Reposo absoluto y analgésicos seguros |
Síntomas Gastrointestinales | Náuseas, vómitos, y falta de apetito | Rehidratación y dieta balanceada |
Complicaciones | Sangrados y signos de shock | Hospitalización y tratamiento intensivo |
La prevención del dengue es esencial para controlar la propagación del virus y reducir la carga sobre los sistemas de salud. Las estrategias primarias incluyen:
Aunque en algunos países se han aprobado vacunas contra el dengue para grupos específicos, la disponibilidad generalizada aún es limitada. La investigación continúa avanzando con el objetivo de desarrollar vacunas que ofrezcan protección amplia contra los cuatro serotipos del virus.
La persistencia y expansión del dengue se deben a una combinación de factores:
La respuesta científica ante el dengue se ha intensificado, incluyendo:
Existen diversas fuentes confiables que ofrecen actualizaciones periódicas e información detallada sobre el dengue. A continuación, se listan algunos recursos importantes para profundizar en conocimientos sobre la enfermedad: