La forma en que la humanidad se relaciona con el planeta Tierra ha sufrido una profunda metamorfosis a lo largo de la historia. Como bien señalan Dufresne (1992) y Allan y Hall (1988), hemos transitado de una existencia "sobre" la Tierra, a una dependencia extractiva "de" la Tierra, para finalmente comenzar a tomar conciencia de que vivimos "con" la Tierra. Este cambio paradigmático no es meramente filosófico; tiene implicaciones tangibles y transformadoras en nuestra autoconcepción, en cómo interactuamos con nuestro entorno y, crucialmente, en nuestra comprensión de la salud y el bienestar.
Entender esta transición requiere mirar hacia atrás y analizar las características definitorias de cada etapa.
Durante la vasta mayoría de la historia humana (más del 99%, desde nuestros orígenes hasta la era preindustrial), las sociedades vivían fundamentalmente "sobre" la Tierra. Esta fase se caracterizó por una dependencia directa de los ecosistemas para la subsistencia. Las comunidades de cazadores-recolectores y las primeras sociedades agrícolas desarrollaron un conocimiento íntimo de su entorno, adaptándose a sus ciclos y recursos. Si bien existía una interacción y modificación del paisaje a escalas locales, el impacto global era limitado. La relación era, en muchos aspectos, más integrada, aunque no necesariamente idílica, marcada por la necesidad de ajustarse a las condiciones naturales para sobrevivir.
Representación artística de los primeros pobladores europeos, cuya existencia dependía directamente de la adaptación a su entorno natural.
La Revolución Industrial marcó un punto de inflexión radical, inaugurando la era de vivir "de" la Tierra. Impulsada por avances tecnológicos y una visión del progreso centrada en el crecimiento económico, la humanidad comenzó a explotar los recursos naturales a una escala sin precedentes. Los combustibles fósiles alimentaron fábricas, la agricultura se intensificó, la minería se expandió y la deforestación avanzó para dar paso a la urbanización y la industria. La naturaleza pasó a ser vista predominantemente como un almacén de materias primas al servicio del desarrollo humano. Esta mentalidad de dominio y extracción, particularmente durante el siglo XX, llevó a una transformación masiva de los ecosistemas y sentó las bases de las crisis ambientales actuales, como la contaminación generalizada y la pérdida de biodiversidad. Aunque estudios sugieren que el impacto humano significativo en los paisajes comenzó hace unos 3,000 años, la intensidad y escala global de esta transformación se dispararon en esta era.
Ejemplo de paisaje significativamente alterado por la intervención humana, reflejando la mentalidad de vivir "de" la Tierra.
La acumulación de evidencia científica sobre los límites planetarios y las consecuencias de la explotación desmedida (cambio climático, extinción masiva, pandemias zoonóticas) ha impulsado una transición hacia la conciencia de vivir "con" la Tierra. Esta etapa, aún en desarrollo, se caracteriza por un reconocimiento creciente de la profunda interconexión entre el bienestar humano y la salud de los ecosistemas. Conceptos como la sostenibilidad, la economía circular, la ética ambiental y los derechos de la naturaleza ganan terreno. Se comprende que la actividad humana es ahora una fuerza geológica principal (el Antropoceno) y que la supervivencia y prosperidad futuras dependen de encontrar un equilibrio, gestionando los recursos de forma responsable y restaurando la integridad ecológica. Esta nueva perspectiva exige una reconsideración fundamental de nuestros valores, sistemas económicos y estilos de vida.
Símbolo de cuidado y conexión con la naturaleza, representando la aspiración de vivir "con" la Tierra.
Este mapa mental resume las etapas clave y las características asociadas a la evolución de la relación entre el ser humano y la Tierra, desde la dependencia inicial hasta la conciencia actual de interdependencia.
La transición hacia vivir "con" la Tierra no solo cambia nuestra interacción física con el planeta, sino que también remodela profundamente nuestras ideas fundamentales sobre nosotros mismos y el entorno.
Pasamos de vernos como seres separados y superiores a la naturaleza, destinados a dominarla y explotarla (una visión central en la era de vivir "de" la Tierra), a reconocernos como una parte intrínseca y dependiente de la biosfera. Esta perspectiva emergente enfatiza nuestra responsabilidad como administradores o custodios del planeta. Implica humildad ante la complejidad de los sistemas naturales y un reconocimiento de que nuestro destino está inseparablemente ligado al del resto de la vida en la Tierra. La ética se expande para incluir consideraciones sobre el bienestar de otras especies y de los ecosistemas en su conjunto.
El entorno natural deja de ser percibido simplemente como un conjunto de recursos a disposición humana ilimitada. Se entiende ahora como un sistema complejo, dinámico e interconectado, con límites finitos y una capacidad de resiliencia que puede ser sobrepasada. Esta comprensión impulsa la valoración de los "servicios ecosistémicos" (como la purificación del aire y el agua, la polinización, la regulación del clima) que son esenciales para la vida humana y que dependen de la salud de los ecosistemas. La conservación de la biodiversidad y la protección de hábitats naturales se convierten en prioridades no solo éticas, sino también pragmáticas para nuestra propia supervivencia.
Quizás una de las transformaciones más significativas impulsadas por la conciencia de vivir "con" la Tierra es la redefinición de la salud.
La salud ya no puede considerarse exclusivamente desde una perspectiva biomédica, centrada en la ausencia de enfermedad en el individuo. La nueva concepción es holística y reconoce que la salud humana está profundamente influenciada por factores ambientales. La calidad del aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que consumimos (cuya producción depende de suelos sanos y biodiversidad), y la estabilidad del clima son determinantes fundamentales de nuestro bienestar físico y mental.
El cambio climático, producto emblemático de la era de vivir "de" la Tierra, es reconocido por organizaciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) como una de las mayores amenazas para la salud global en el siglo XXI. Sus impactos son diversos y graves:
Vivir "con" la Tierra también implica reconocer los beneficios directos de la naturaleza para la salud mental y física. El contacto con entornos naturales se asocia con reducción del estrés, mejora del estado de ánimo, mayor actividad física y fortalecimiento del sistema inmunológico. La degradación ambiental, por el contrario, no solo genera riesgos físicos, sino que también puede provocar sentimientos de pérdida, ansiedad y desconexión, afectando el bienestar psicológico individual y colectivo.
Este gráfico compara las tres etapas de la relación humano-Tierra ("Sobre", "De", "Con") a través de varias dimensiones clave. Refleja una interpretación de las tendencias generales asociadas a cada era, mostrando el cambio drástico durante la fase de explotación ("De") y el intento de reequilibrio en la fase de conciencia ("Con").
El gráfico ilustra cómo la fase "De" representa un pico en explotación, impacto y visión de dominio, con baja conciencia y sostenibilidad. La fase "Con" muestra un esfuerzo por reducir la explotación y el dominio, aumentando la conciencia, la sostenibilidad y la búsqueda de integración, aunque el impacto ambiental sigue siendo alto debido a la inercia histórica. La fase "Sobre" se caracteriza por baja explotación e impacto a escala global, pero con una integración dictada más por la necesidad que por una elección consciente de sostenibilidad como la entendemos hoy.
La conciencia de vivir "con" la Tierra coincide con el reconocimiento científico de que hemos entrado en una nueva época geológica: el Antropoceno. Este término designa el período en que las actividades humanas se han convertido en el principal motor de cambio en los sistemas de la Tierra, alterando la atmósfera, los océanos, la tierra y la biosfera a un nivel comparable con las grandes fuerzas naturales del pasado. La deforestación masiva, la alteración de los ciclos biogeoquímicos (como el del carbono y el nitrógeno), la acidificación de los océanos, la ubicuidad de plásticos y otros contaminantes, y la sexta extinción masiva son algunas de las huellas indelebles de nuestra especie. Reconocer el Antropoceno subraya la magnitud de nuestra influencia y la urgencia de gestionar nuestro impacto de manera responsable para asegurar un futuro habitable.
El siguiente video ofrece una visión sobre la compleja y cambiante relación entre el ser humano y la naturaleza a lo largo de la historia, complementando la transición de "sobre", "de" y "con" la Tierra discutida aquí.
Este video, "Hombre y naturaleza: una historia de transformaciones", explora cómo la interacción humana con el medio ambiente ha evolucionado desde los primeros tiempos, destacando tanto la dependencia inicial como las transformaciones posteriores, lo que ayuda a contextualizar el marco conceptual presentado.
La siguiente tabla resume las diferencias fundamentales entre las tres fases de la relación humano-Tierra:
Aspecto | Vivir "Sobre" la Tierra (Pre-Siglo XIX) | Vivir "De" la Tierra (Siglo XIX-XX) | Vivir "Con" la Tierra (Conciencia Emergente) |
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Rol Humano Percibido | Parte integrada, adaptándose al entorno | Dominador, explotador de recursos | Parte interdependiente, custodio/responsable |
Visión del Entorno | Fuente de sustento, entorno a respetar/temer | Fuente de recursos ilimitados, objeto de conquista | Sistema finito, interconectado, base de la vida |
Uso de Recursos | Subsistencia, uso local, regenerativo (en gran medida) | Extracción masiva, industrial, no renovable, lineal | Gestión sostenible, eficiencia, circularidad (objetivo) |
Impacto Principal | Modificaciones locales, impacto global limitado | Degradación global (clima, biodiversidad, contaminación) | Reconocimiento del impacto global, intentos de mitigación/restauración |
Enfoque de Salud | Supervivencia, enfermedades infecciosas, lesiones | Enfoque biomédico, control de infecciones, enfermedades crónicas (ligadas a industrialización/estilo de vida) | Holístico, determinantes sociales y ambientales, salud planetaria, bienestar mental |