La pobreza en Ecuador, si bien afecta a una parte significativa de la población, presenta un rostro particularmente marcado por el género. Las mujeres, debido a una compleja interacción de factores socioeconómicos y culturales, experimentan la pobreza de manera desproporcionada, un fenómeno conocido como la feminización de la pobreza. Esta investigación profundiza en las estadísticas, las causas subyacentes y los testimonios de mujeres que han vivido esta realidad en Ecuador, basándose en información de fuentes oficiales y organizaciones relevantes.
Los datos oficiales y los informes de organizaciones internacionales revelan una persistente brecha de género en la incidencia de la pobreza en Ecuador. Estas cifras no solo cuantifican el problema, sino que también señalan las áreas donde las desigualdades son más pronunciadas.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y otros informes, la pobreza afecta a un mayor porcentaje de mujeres que de hombres. Por ejemplo, en junio de 2021, la incidencia de pobreza por ingresos a nivel nacional fue del 33.0% para mujeres, frente al 31.4% para hombres. Aunque ha habido fluctuaciones en los años siguientes, la tendencia general de una mayor incidencia en mujeres se mantiene.
La pobreza por ingresos se define por tener ingresos mensuales per cápita por debajo de la línea de pobreza establecida. En junio de 2023, la línea de pobreza se ubicó en US$89,29 mensuales per cápita. Las estadísticas muestran que las mujeres son más propensas a caer por debajo de este umbral.
Una de las causas fundamentales de la vulnerabilidad económica de las mujeres es la falta de ingresos propios. Un estudio de 2024 reveló que una de cada tres mujeres en Ecuador no tiene ingresos propios, lo que representa el 33% de las mujeres, en comparación con solo el 14% de los hombres.
La pobreza de tiempo se refiere a la carga desproporcionada de trabajo no remunerado. Las mujeres en Ecuador dedican significativamente más tiempo a actividades domésticas y de cuidado que los hombres. En 2017, las mujeres empleaban el 21.1% de su tiempo total a estas actividades, mientras que los hombres dedicaban únicamente el 5.4%. Esta disparidad limita el tiempo disponible para actividades generadoras de ingresos o educación.
Para ilustrar la desigualdad en la distribución del tiempo dedicado al trabajo no remunerado, presentamos la siguiente tabla:
Grupo | Porcentaje del Tiempo Total Dedicado a Trabajo No Remunerado |
---|---|
Mujeres | 21.1% |
Hombres | 5.4% |
Datos de 2017, reflejando la carga desproporcionada del trabajo no remunerado en mujeres.
La pobreza en Ecuador también tiene un componente geográfico y étnico. Las zonas rurales presentan tasas de pobreza significativamente más altas que las áreas urbanas. Dentro de estas zonas, las mujeres, especialmente las indígenas, enfrentan una doble discriminación por género y etnia. En 2016, el 49.3% de las mujeres indígenas eran pobres, en comparación con el 48.4% de los hombres indígenas. La pobreza multidimensional en mujeres indígenas alcanza el 78.1%, superando ampliamente el promedio nacional para mujeres.
La siguiente imagen ilustra la realidad de las comunidades indígenas en Ecuador:
Una comunidad indígena en Ecuador.
Los hogares con jefatura femenina son a menudo más vulnerables a la pobreza. Aproximadamente el 38.5% de los hogares en Ecuador tienen como jefa a una mujer. Estas mujeres a menudo enfrentan desafíos adicionales para equilibrar las responsabilidades del hogar y el trabajo remunerado.
La feminización de la pobreza no es un fenómeno aislado, sino el resultado de una intersección de factores que limitan las oportunidades de las mujeres y perpetúan su vulnerabilidad económica.
La discriminación de género en el mercado laboral se manifiesta en brechas salariales (las mujeres ganan en promedio un 22% menos que los hombres), acceso limitado a empleos formales y de calidad, y segregación ocupacional. Las mujeres a menudo se concentran en sectores con salarios más bajos y mayor precariedad.
Como se mencionó anteriormente, la desproporcionada carga del trabajo doméstico y de cuidado recae principalmente en las mujeres. Esto limita su tiempo y energía para participar plenamente en el mercado laboral, acceder a educación o capacitación, o emprender actividades económicas propias.
La violencia de género es tanto una causa como una consecuencia de la pobreza femenina. La violencia física, psicológica y económica puede impedir que las mujeres trabajen, accedan a recursos o tomen decisiones sobre sus vidas.
Las mujeres a menudo tienen un acceso limitado a la tierra, el crédito, la educación de calidad y los servicios de salud, especialmente en zonas rurales. Esto restringe su capacidad para mejorar sus condiciones de vida y salir de la pobreza.
Más allá de las estadísticas, es crucial escuchar las experiencias de las mujeres que enfrentan la pobreza. Sus testimonios ofrecen una perspectiva humana y profunda de los desafíos diarios y la resiliencia.
Las historias de mujeres como Yolima Colima y Nina en Quito, o Manuela de 83 años, ilustran el círculo vicioso entre ser mujer y la pobreza. Estas narrativas resaltan las dificultades para acceder al mercado laboral, la sobrecarga de responsabilidades familiares y la lucha constante por la supervivencia.
A pesar de las adversidades, muchas mujeres ecuatorianas demuestran una notable resiliencia y un espíritu emprendedor. Existen testimonios de mujeres que, a través de iniciativas de apoyo y empoderamiento, han logrado salir de la pobreza y construir un futuro mejor para ellas y sus familias. Estas historias destacan la importancia del acceso a recursos, capacitación y redes de apoyo.
La siguiente imagen podría representar la fuerza y determinación de las mujeres que buscan superar la pobreza:
Una mujer en Ecuador, posible símbolo de resiliencia.
La maternidad a menudo agudiza la vulnerabilidad de las mujeres a la pobreza. Las madres, especialmente las jefas de hogar, enfrentan mayores dificultades para equilibrar el cuidado de los hijos con el trabajo remunerado. La falta de acceso a servicios de cuidado infantil asequibles y de calidad exacerba esta situación.
La pobreza en las madres no solo las afecta a ellas, sino que también tiene consecuencias intergeneracionales, perpetuando el ciclo de pobreza en sus hijos.
A continuación, se presenta un video que aborda la realidad de la pobreza en Ecuador, lo cual puede incluir la perspectiva de las madres:
Video sobre la pobreza en Ecuador.
La feminización de la pobreza se refiere a la tendencia creciente de que las mujeres constituyan una proporción cada vez mayor de la población pobre. Esto se debe a una combinación de factores estructurales y sociales que limitan el acceso de las mujeres a recursos y oportunidades económicas.
Las principales causas incluyen la discriminación de género en el mercado laboral, la brecha salarial, la sobrecarga del trabajo de cuidado no remunerado, la violencia de género y el acceso limitado a la educación, salud y recursos financieros.
La pobreza de tiempo, resultado de la desproporcionada carga del trabajo doméstico y de cuidado, limita el tiempo que las mujeres pueden dedicar a actividades generadoras de ingresos, educación, capacitación o desarrollo personal, lo que a su vez perpetúa su vulnerabilidad económica.
Sí, las mujeres indígenas en Ecuador enfrentan una doble discriminación por género y etnia, lo que resulta en tasas de pobreza significativamente más altas en comparación con otros grupos de población.
Existen diversas iniciativas gubernamentales y de organizaciones no gubernamentales enfocadas en el empoderamiento económico de las mujeres, la promoción de la igualdad de género en el mercado laboral, la provisión de servicios de cuidado infantil y la lucha contra la violencia de género. Sin embargo, la magnitud del problema requiere esfuerzos continuos y coordinados.